¿Qué ocurre cuando las reglas del juego cambian sin consenso? Este artículo reflexiona sobre la vida como un juego con barreras, propósitos y libertades, y cómo las decisiones unilaterales pueden afectar la armonía emocional y espiritual de quienes comparten ese juego. Inspirado en una mirada alternativa sobre la vida, propone una ética del cuidado y la responsabilidad compartida.
En algunas corrientes espirituales, como la propuesta por Scientology, se describe la vida como un juego. Un juego que, como tal, se compone de propósitos, barreras y libertades. Esta metáfora permite observar la existencia no como una carga, sino como una dinámica de participación, desafío y crecimiento.
Pero ¿qué sucede cuando, dentro de ese juego, algunos jugadores deciden cambiar las reglas sin consenso?
El riesgo de simplificar sin considerar al otro
Cuando un grupo de personas —con buenas intenciones o por necesidad— decide simplificar la vida más allá de sus posibilidades, puede estar alterando el equilibrio del juego. Al eliminar barreras propias sin contemplar el impacto en los demás, se corre el riesgo de crear nuevas barreras para otros jugadores.
Esto puede generar un efecto dominó: quienes no logran adaptarse a las nuevas reglas pueden experimentar una disminución en su escala tonal emocional, cayendo en estados de apatía, frustración o desconexión. Y como bien sabemos, cuando baja la afinidad, también se debilita la comunicación y el acuerdo.
El valor de los problemas y la motivación
Hay una frase que resuena en este contexto: “Si quieres que algo sea bien hecho, dáselo a una persona que tenga problemas.” Esta idea, también presente en la filosofía de Scientology, sugiere que los desafíos pueden ser motores de acción y enfoque. Sin embargo, no basta con entregar tareas a quien ya carga con dificultades: es necesario crear condiciones que permitan que esas personas puedan jugar con dignidad, propósito y libertad.
El subjuego de la familia
Cada jugador participa, además, en otros juegos simultáneos, como el de la familia. En este contexto, el jefe de equipo —padre, madre, cuidador— tiene un rol clave: proveer valores, estructura y desafíos adecuados que preparen a los demás miembros para volver al juego de la vida con herramientas y confianza.
Cuando ese jugador principal pierde el interés por el juego, su desmotivación impacta directamente en su equipo. Por eso, cuidar el estado emocional y espiritual de quienes lideran es cuidar a toda la red que los rodea.
Nota sobre las fuentes
Este artículo toma inspiración en la visión de la vida como juego propuesta por L. Ron Hubbard en los fundamentos de Scientology. La referencia se utiliza con fines reflexivos y no implica adhesión doctrinal, sino una exploración simbólica de conceptos útiles para pensar la vida en comunidad.
