Servir espiritualmente a nuestros semejantes es un arte que requiere de la virtud de la paciencia y de un amor altruista, la única necesidad que verdaderamente tiene el alma es la de dar amor, ni siquiera de tomarlo. El amor altruista me capacita a dejar atrás el sufrimiento que provoca el sentimiento de que mi amor no es correspondido.
Cuándo era más joven, hace unos 25 años, tenía la energía de quién espera obtener una vida llena de cosas deseables, y no le temía a los desafíos que presentía que conquistar esas cosas me acarrearía. Estaba lleno de la energía de la novedad. Si bien Dios me bendijo con mucho desde aquella época a nivel espiritual, a veces echo en falta esa humildad y tolerancia de "los días de mi infancia espiritual".
En aquellos días tenía una gran compasión, en mis meditaciones diarias estaban todos aquellos hermanos espirituales que estaban sufriendo en aquel momento, y deseaba que todos conocieran a Dios, Nuestro Padre, cómo yo lo había conocido. Que todos lo encontraran cómo el Nos había encontrado. Es cierto que en aquellos días de mi entrenamiento temprano espiritual. Porque Dios es también Nuestro Profesor, debía hacer esfuerzos para evitar la ira con más frecuencia que ahora. Pero El me tomaba de la mano y me consolaba.
No obstante, a medida que fui creciendo cómo hijo de Dios, tuve que aprender a no tomarlo personal cuándo alguien me obligaba a dar un paseo por mis emociones, sobre todo las más vehementes. Comprendía con cada prueba que iba más o menos superando, la paciencia y el amor crecían en mi interior.
Las personas no se comportan de acuerdo a mi lógica, muchas veces ni siquiera de acuerdo a la suya y eso me ayudó a anteponer mis necesidades espirituales frente a los deseos de mi cuerpo, y allí fue que tomé un gusto por recordar los días de mi "infancia" cuándo Dios me llevaba de la mano y así recuperar la humildad de ser solo un niño. Hay una profunda conexión entre las distintas filosofías religiosas en las que se hace alusión a volvernos "cómo niños" para entrar en el Reino de los Cielos.
Pero ¿Qué significa esto de anteponer las necesidades espirituales a los deseos?
Venimos al mundo literalmente desnudos y cuándo nos vayamos tampoco podremos llevarnos nada de lo que hayamos logrado a nivel material, ni siquiera emocional, ya que las emociones son temporarias. Lo único que siempre podremos dar y tomar, en la situación en la que estemos es el amor, lo único que podemos compartir de manera altruista.
La única necesidad verdadera que tenemos es ni siquiera la de tomar, sino la de dar amor. Porque el amor da sentido a nuestras vidas. Y es esto también recordemos la canción de misa que reza: "Si yo no tengo amor, yo nada soy". El amor es para compartirlo, no solo para guardarlo.
Porque el amor da sentido a nuestras vidas.
Allí donde haya un libre fluir de la energía maravillosa del amor, habrá una mayor conciencia, aumentará el espíritu de cooperación, sobre todo si ese amor es desinteresado y solo busca el bien a la humanidad. Por otro lado cuánto más expanda mis sentimientos de amor y si puedo abarcar a toda la humanidad dentro de el, habré dejado atrás los síntomas de egoísmo y por ende el sufrimiento de sentir que pierdo a alguien cuándo dicho amor no es correspondido.
Esto me reporta una gran autoestima, me vuelve libre de preocupaciones y me capacita a realizar un servicio espiritual, aún mayor.