¿Es posible no seguir a la masa y evitar los gastos que están socialmente aceptados como una imposición cultural? ¿Es necesario gastar en cosas en las cosas en las que gastamos porque el sistema nos alienta a hacerlo? Quédate leyendo este artículo en el que intentaré desarrollar un par de conceptos acerca del tema de los gastos superfluos y la forma de evitarlos.

Recién terminaba una clase de meditación Raja Yoga en las que participo bastante regularmente y la profesora hablaba de buenas practicas que nos ayudan a no malgastar el dinero. Y una alumna contaba que le ofreció a su hija que si no era su deseo, no hacía fiesta de 15 pero que cuándo ella tuviera la edad suficiente le compraba un auto. Su hija accedió encantada y con el tiempo terminó dándose cuenta de los beneficios que esto le supuso.
Finalmente, otra alumna contó una historia similar en tal sentido pero con su propia hija. Esto derivó en una charla acerca de que son aquellas cosas que culturalmente nos hacen gastar, al punto de que pareciera que algo va a salir mal sino lo hacemos. O que vamos a perder el favor de aquellas personas que nos interesan sino seguimos los cánones de la sociedad en cuanto a celebraciones e hitos en nuestras vidas y las de nuestros hijos.
No obstante, nada podría estar más lejos de la realidad, aunque genere cierta resistencia en un principio, ahorrar ahora para obtener un beneficio mayor en el futuro es una forma de medir nuestros recursos y cuidarlos; claro que siempre debe haber una coherencia espiritual que nos permita tomar conciencia de aquellas cosas pequeñas de la vida que nos alimentan el alma sin necesidad de que hagamos grandes erogaciones para conseguirlas.
Por ejemplo, en vez de donar dinero, podemos donar nuestro tiempo, a instituciones que realizan trabajo social. O también podemos acompañar a nuestros hijos para que no se queden dormidos en las noches mientras están estudiando en vez de enviarlos directamente a un profesor particular. Claro que en ambos casos implica un mayor esfuerzo de mi parte en muchos casos, porque la primera reacción sería desembolsar.
Pero más importante que cuánto gastamos, es cómo lo gastamos, es decir, cuál es la conciencia que tenemos del dinero, es el dinero un instrumenta para satisfacer nuestras necesidades básicas o es un medio que nos da seguridad sólo por acumularlo. Es cierto que necesitamos del dinero, cómo decíamos en el apartado anterior, pero si solo buscamos escondernos detrás de él para evitar evidenciar nuestras carencias emocionales y espirituales, lo único que conseguiremos es volvernos más y más apegados al dinero y su energía.
En definitiva, no somos más ni menos que otros porque tengamos más o menos dinero, y si disponemos de un excedente, somos responsables de cómo lo utilizamos, Jesús dijo: "Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo cómo a ti mismo" y dijo que con este único precepto reemplazábamos toda la Ley del Antiguo Testamente. Por esto inferimos que si tenemos un excedente luego de satisfacer nuestras necesidades deberíamos pensar en aportar nuestro granito de arena en hacer que el Mundo sea un lugar mejor, un mundo dónde las personas quisieran vivir. Esto implica dar felicidad, a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones, una vez más no solo a través de dinero.
En definitiva, hay cosas que el dinero no puede comprar, y el dinero es una energía muy valiosa, y no debiéramos malgastarlo, pero tampoco podemos resignar el amor de nuestros seres queridos, aquellos que realmente nos hacen felices, por una cuestión egoísta de guardar aún a conciencia de las carencias de aquellas personas que nos rodean.