Sin prisa y sin pausa, nos encaminamos hacia nuestro destino, pero ¿qué es lo que nos motiva a lograr nuestro máximo potencial? ¿Qué es lo que nos motiva a crecer y lograr superar las debilidades? Típicamente respondemos que nos mueve la búsqueda de la felicidad y también alejarnos de la tristeza o el dolor, pero ¿Qué es el dolor? ¿Por qué nos duele?

El dolor producto de la identificación con el cuerpo y las relaciones corporales
El dolor es producto del apego, la identificación con el cuerpo y las relaciones corporales. Comienzo a creer que los demás son míos, pretendiendo reducirlos a poco más que algo que me pertenece. Pero en realidad es una ilusión, porque nada me pertenece, y menos una persona, por más que nos agrade mucho su presencia y/o compañía. El problema es que hemos empezado a pensar en los demás cómo una parte nuestra, y allí hay mucha identificación con el cuerpo, es decir conciencia del cuerpo, erróneamente creemos que somos mortales que tienen a otros mortales. Pero esto es completamente falso, porque no somos mortales, somo almas espirituales, y lo espiritual es lo único que trasciende lo físico, lo corporal, por lo tanto nunca nacemos, ni morimos, somos eternos y vamos tomando distintos cuerpos a medida que nuestra materialidad ya no cumple con su propósito de ser un vehículo para la expresión de sus valores intrínsecos.
El dolor producto de la identificación con los errores
Los errores son parte del pasado, normalmente en el momento que estoy cometiendo un error, el radar de la conciencia nos dice que algo anda mal y muchas veces desoímos esa vocecita interna para evitar sentirnos culpables. Pero una vez que nuestra moral nos permite tomar conciencia de que cometimos un error, es bueno distanciarnos de él y seguir actuando en positivo hasta que hayamos hecho los méritos suficientes para verlo cómo parte del pasado. No tiene sentido seguir dejando esa puerta del pasado abierta y entrando una y otra vez en el dolor que me produce pensar en mi actuar fallido. Solo lograremos llenarnos de pena y en algún punto nuestro estado caerá y ya no podremos mantener una sana auto-estima que nos permita no angustiarnos ante la vida.
El dolor producto de la identificación con lo que hacemos
Yo soy un profesional, de tal o cuál religión y de tal generación. Muchas veces escuchamos frases cómo estas y las vemos con normalidad, cómo si hubiéramos aceptado que la persona se auto-limite a si misma etiquetándose o etiquetándonos. Es cierto que para poder cumplir con ciertos objetivos en nuestra vida, adoptamos ciertas reglas y convenciones sociales sobre que deberían significar las palabras, pero a veces y no en pocos casos, hay muchas subjetividad en esa interpretación, dicha subjetividad nos separa más que nos une, encerrándonos en los límites de nuestras propias fantasías. Esto genera una gran cantidad de pensamientos inútiles acerca de los otros y que nos están queriendo decir o peor aún, cómo quedamos posicionados en un determinado contexto. Es el momento en que me identifico con el papel que desempeño tanto, que no puedo ver el de los otros y la dinámica del juego, muchas veces por el apego que tengo a las opiniones ajenas.