Cuando vuelcas tus sentimientos con naturalidad en el corazón de otros los demás te entienden porque hablas el mismo idioma. El idioma universal del amor. Es necesario ser verdadero pero para poder serlo debemos limpiar nuestro corazón, purgarlo de cosas superficiales, de sus contradicciones y sin sentidos.

Realmente tenemos que tener una convicción de porque hacemos las cosas. Esto lo logramos cuando escuchamos a nuestro corazón. Se necesita una mente en silencio, no solo el silencio físico sino interno. La experiencia del silencio nos ayuda a reconectar con lo que es puro y original en nosotros.
Si tengo un aparato reproductor de música, no lograré hacer que haya silencio si pongo más discos, el silencio vendrá paulatinamente si dejo de alimentar la energía que hace que el disco funcione. La vida ya tiene su cuota de drama para que internamente alimente esas figuras mentales, les de vida con la imaginación. De esta forma estas marionetas crecen en tamaño y por el contrario mi voluntad para decir no a los pensamientos indeseables que me generan decrece.
Necesito vivir en armonía con los demás pero eso no significa que deba bailar al son del ruido que ellos producen con respecto a mí. Debo vivir de la belleza de los sonidos y armonías que produce mi corazón. Dios nos recuerda que nuestro corazón es dulce, Él es la sacarina de todas las relaciones. Pero hay que aprender a buscar nuestro contacto con Él a través de los pensamientos amorosos y puros. No a través de lo que dicen otras personas o religiones.
Los dogmas de cualquier tipo, ya sean religiosos, científicos, etc., son sostenidos por personas que no encuentran el equilibrio en el interior de su ser. ¿Pero como van a encontrar el equilibrio sino dejan de mirar hacia afuera y compararse con otros?. Si, definitivamente tengo que ver lo bueno y bello que hay fuera, incluso en otras personas, pero no debo olvidar que si lo puedo ver afuera es porque también lo tengo dentro.
Nuevamente quien me ayuda a despertar esta belleza es Dios. Pero Él no quiere ser alabado o adorado, el solo quiere que seamos sus discípulos porque Él nos recordará el camino al centro de nosotros mismos, donde hay una completa unión con la paz y el silencio. El silencio es el lenguaje que usa Dios para hablarnos del amor.