
Dios, como Padre nos adopta y se hace cargo de nuestras necesidades espirituales. Pero Él también es el Profesor. Un profesor se ocupa de enseñar a sus alumnos para que ellos puedan pasar al siguiente grado. En el caso de Dios, Él nos enseña para que nos volvamos más perfectos.
Volvernos perfectos suena un poco arrogante, pero expliquemos que significa aquí. Éramos completamente puros antes de venir a este mundo. No había impureza mezclada, es decir éramos seres divinos sin mezcla de los vicios de la ira, avaricia, lujuria, ego y apego. Es decir que estos vicios no habían dejado en nosotros las heridas que nos provocaban dolor y sufrimiento.
Entonces quiere decir que antes de que vengamos al mundo de la acción, en nuestro hogar espiritual, éramos perfectos y sin mancha. En el ciclo anterior, Dios nos había salvado de estos vicios y nos había llevado al hogar a nosotras las almas, y luego fuimos al mundo nuevo, el paraíso. Donde cuerpo y alma eran completamente puros.
¿Pero qué pasa cuando caemos en las ataduras que nos generamos cuando realizamos acciones con estos vicios en la conciencia?
Morimos espiritualmente un poco, vamos perdiendo la energía de la pureza. Por eso viene Dios a enseñarnos el conocimiento espiritual, para que volvamos al estado de máxima pureza, es decir hasta el estado perfecto. Los número uno en los esfuerzos para volver al estado perfecto son Brahma y Mama.