Qué es la paz interior y cómo cultivarla desde el alma
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Qué es la paz interior y cómo cultivarla desde el alma

La paz no es solo una meta, sino una cualidad esencial del alma, junto con el amor y la pureza. Estas tres virtudes conforman el sentido profundo de la vida. Cuando nuestras acciones se alinean con estas cualidades originales, experimentamos una paz auténtica que resuena con nuestro ser más elevado. Esta armonía es el camino hacia una vida plena y significativa.

En el camino espiritual, la paciencia se convierte en un fruto indispensable. Los resultados no siempre son inmediatos; surgen de la reflexión constante y de la aplicación consciente de estas virtudes en la vida diaria. Para ello, la meditación es fundamental. En Brahma Kumaris, esta práctica se conoce como Raja Yoga, o más coloquialmente, el recuerdo.

"Raja" significa rey y "Yoga" unión. Esta unión espiritual nos permite recordar quiénes somos realmente: almas soberanas, capaces de gobernar nuestra mente, intelecto y sentidos. Al tomar conciencia de que somos almas separadas del cuerpo, comenzamos a desapegarnos de la experiencia corpórea. Es como vestir ropa holgada: elegante, cómoda y libre.

La humildad es otra virtud esencial. A lo largo de muchas vidas —según la visión de la reencarnación— hemos adoptado identidades basadas en roles, relaciones y atributos externos. Esta identificación con lo que no somos ha reforzado una ilusión profunda. Para liberarnos, necesitamos paciencia, pero también humildad para aceptar que la ayuda debe venir de un Ser que está más allá de esta obra de teatro que llamamos vida.

Dios, quien no toma nacimiento en este mundo físico, viene a enseñarnos cómo liberarnos de la ilusión. Nos revela la verdad para que podamos discernir entre lo correcto y lo erróneo, y soltar ideas arraigadas que ya no nos sirven como referencia. Por eso respetamos sus enseñanzas, porque Él responde al llamado que hemos hecho durante tanto tiempo.

Vivir en su compañía es vivir sin temor, con sinceridad y propósito. Él nos ayuda a desapegarnos de lo viejo y nos ofrece una nueva vida, valiosa y significativa. En esta vida, nos convertimos en compañeros de Dios en la tarea de elevar al mundo hacia su máximo potencial.

Con total sinceridad, seguimos sus direcciones para saldar nuestras cuentas kármicas acumuladas a lo largo de muchos nacimientos. La ley de compensación nos invita a asumir responsabilidad por nuestras acciones pasadas, pero ahora lo hacemos con alegría y propósito. Al hacerlo, también ayudamos a nuestras familias, amigos y seres queridos a avanzar en el mismo camino. Nos volvemos libres, sin temor.

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