El faro de luz y la torre de poder
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El faro de luz y la torre de poder

Un alma que permanece constantemente en el recuerdo de Dios, su Padre, El Océano de Poder, se convierte en un canal de ese poder, poder espiritual, del Padre Espiritual.

El mundo necesita ejemplos, buenos ejemplos, porque nos gustan los buenos ejemplos, sentimos que no todo está perdido cuándo vemos reflejadas en el comportamiento de las almas, los valores que más valoramos valga la redundancia.

Foto, Fuente: traveltriangle.com

No obstante, dichos valores, no son los que suelen aparecer comunmente en el comportamiento de aquellas personas que de alguna manera se vuelven nuestros compañeros de viaje.

Pero no por ello, debiéramos perder la esperanza y la Fe en quienes nos rodean. El destino nos pone junto a aquellos quiénes más se vuelven nuestros maestros para que juntos avancemos hacia nuestra próxima meta, nuestro próximo paso para nuestro progreso espiritual.

Desgraciadamente, muchas veces nos negamos a tomar conciencia de que todo es para bien, y nos estancamos y tomamos decisiones basadas en emociones que no son del todo elevadas y nuestro progreso se retrasa. Sentimos que nos enfrentamos una y otra vez al mismo obstáculo y no logramos salir airosos. Y iteramos una y otra vez, alrededor del problema, gravitamos pero sin atravesarlo.

Por empezar habría que tomar conciencia de que no siempre podemos simplemente atravesar, es decir afrontar un obstáculo. A veces es más conveniente rodearlo o pasar por encima de este. O sea que a veces podemos adaptarnos de alguna manera que nos permita tomar una forma que nos habilite a trascender ese obstáculo. Es sabido que a veces las enfermedades son un camino que debemos recorrer, cómo reza el libro La Enfermedad Cómo Camino.

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Otras veces las pruebas de nuestra vida se pueden presentar en la forma de una relación difícil, que viene una y otra vez delante nuestro cómo un espejo que nos recuerdan que hay algo que todavía no aprendimos, y que una vez más, se puede volver la clave para trascender una vez más esa situación, y que, de otra forma no lo podríamos hacer.

Cómo bien dice un dicho popular todo problema trae en el, el germen de su solución, no obstante, estamos tan enfrascados en nosotros mismos y las emociones mal sanas que pensar en dicho problema nos genera que no podemos distanciarnos emocionalmente y buscar una solución constructiva.

En mi caso, cuándo los problemas me abruman, me hace bien participar de algún retiro de meditación que me permite concentrarme intensamente en mi parte divina, en mi ser espiritual, dónde está el potencial y la inteligencia para solucionar todos los problemas. El tema es que nos olvidamos cómo acceder a dicho potencial ilimitado. Más debiéramos recordar que somos almas eternas y que todas las conductas nocivas que hemos aprendido, se pueden desaprender en beneficio de nuestra parte espiritual.

Todas las limitaciones se pueden trascender, con tiempo y energía, más necesitamos paciencia. La paciencia es parte de todas las metas que más o menos valen la pena. En el truco, un juego tradicional de los gauchos argentinos se dice "lo que cuesta vale". Este juego, y muchos otros, nos recuerdan que para lograr un objetivo, a veces debemos hacer un sacrificio, una carta o una "pieza", en beneficio de lograr un objetivo que valga la pena porque el retorno que vamos a obtener es el premio que nos va a dar la victoria.

La vida es un juego, y para lograr ser felices y sentirnos auto-realizados en este juego, a veces pensamos que debemos sacrificar otras cosa que nos hacen felices y eso nos genera miedo producto del apego. Pero Dios nos enseña que lo que debemos sacrificar son cosas superficiales, y esto es así porque para obtener los tesoros profundos de nuestro interior, debemos crear espacio en la superficie, para que dichos tesoros espirituales emerjan, florezcan y se manifiesten en nuestra vida practica, tanto con nosotros mismos, y con los demás.

Esa es la forma en que nos volveremos un ejemplo para los demás, un buen ejemplo, de lo que hay que hacer, siguiendo a Dios, Nuestro Padre, Profesor y Guía, volviéndonos en un Faro de Luz, e incluso en una Torre de Poder.

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