En un principio la meditación no tiene que tener por objetivo la iluminación, primero tenemos que aprender a frenar la mente y dejar de ser arrastrado por pensamientos inútiles sobre las situaciones que estoy viviendo.

Hay que frenar el torbellino de pensamientos que sobrecargan la mente de aspectos sin sentido. Entonces, lo primero que hay que hacer es poner luz sobre mis pensamientos. Volverme un observador de todo lo que llega y pasa por mi mente.
Ahora se hace urgente, dejar los juguetes y distracciones que ofrece el mundo “moderno” y considerar y valorar lo espiritual. Por dos razones: primero lo limitado y lo físico se vuelven una cárcel de la que no puedo escapar mientras no tenga pensamientos que trasciendan este mundo.
La otra razón es que solo soltando lo mundanos, la mente estará disponible para pensar en lo profundo y espiritual, entendiendo por esto lo que es esencial en el alma. Es decir la paz, el amor, la tranquilidad, y todas las cualidades que hacen la vida digna de ser vivida.