En medio del trajín de actividades se puede uno detener y aplicar un freno a lo que se está haciendo por unos instantes e ir al centro del ser y considerarse separado del cuerpo y de las relaciones corporales e identificarnos con la paz y la felicidad que experimentamos en la meditación. 

La meditación es una herramienta para disminuir el flujo de pensamientos y entrar en el espacio de silencio interior donde soy uno conmigo mismo.  La meditación nos enseña que la base de todo conocimiento es intuitiva y nos lleva de la mano a comprobar esta realidad.  La meditación es un medio con el cual lograr experiencias de mayor tranquilidad donde se puede entrar en capas más profundas de nuestro ser donde los pensamientos inútiles y superficiales ya no afectan tanto la manera de pensar.

Éramos inocentes y puros, seres de paz y luminosos, y podemos volver a este estado de paz, novedad y pureza original si practicamos diariamente la meditación.  Esa conciencia es experiencia pura y se genera con la alternancia de momentos de meditación y momentos de actividad con la conciencia obtenida previamente durante su práctica.

La meditación, generalmente, no se aprende en un instante, pero, desde los primeros momentos de practica genera una transformación interna que se evidencia con creces en la actitud y actividad externa, allí donde seamos llamados por nuestros papeles y roles en esta gran obra de teatro que supone la vida.